Hoy, cuando hablamos de trashumancia lo hacemos siempre desde un tono casi idealizado, desde nuestra postura como seres humanos del S XXI, desde nuestras comodidades, privilegios y horas de cine a nuestras espaldas, o una infancia en la que nos criamos viendo Heidi.
La trashumancia y la recuperación de la misma, en tanto en cuanto, a pasar el verano en la montaña, era una de las metas que tenía la Ganadería Sorrosal para su rebaño. Después de mucho esfuerzo, consiguieron llevarla a cabo el año pasado.
Tenemos un vínculo fuerte con la familia Sorrosal, cada día más estrecho, una relación basada en el amor al trabajo bien hecho y a la lana, y hace que nuestra unión tenga puntos, casi exquisitos, para que hablemos de “vivir la lana” de una forma muy real.
Hablar con Luis sobre trashumancia te deja ver que no es un camino de rosas precisamente, Luis no idealiza nada, habla de lo bueno y lo no tan bueno, habla desde la valentía, y sobre todo, desde la experiencia.
Este verano el rebaño de Somos lo que tejemos pasó 3 meses en el Pirineo Oscense. Durante ese tiempo, intercambiamos audios, llamadas y fotos. Nosotras desde El Escorial, rodeadas de madejas, y él en pleno puerto de montaña, rodeado de ovejas.
Queremos compartir en esta entrega de Vivir la lana, lo que nos contó, después de volver a escuchar sus audios varias veces, este es el resumen:
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Hacer que las ovejas vivan la experiencia no es fácil, requiere de una logística previa compleja, en la que debes tener en cuenta muchos factores, tanto para los humanos como para los animales: avituallamiento de medicamentos, alimento, gas, colchones, mallas, camiones, helicóptero…Y todo esto, en el S XXI, es sinónimo de una gran inversión económica.
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Para llegar al puerto con ellas, antes hizo la subida él solo, la cosa cambia cuando lo vuelves a hacer con las ovejas. Es más duro, es más real.
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Hay que asumir que esta práctica conlleva la selección natural, no todas las ovejas que suben, vuelven a bajar, y hay que ir preparado para ello.
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El pastor no vive esos días desde el romanticismo, con una talega de pan, una flauta y mascando hierba, más bien es un cuidado del animal constante, con curas, pendiente de que no les falte de nada.
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Hay que convivir con la naturaleza, pero al 100%, en un cuerpo a cuerpo con ella, las tormentas son duras, casi tanto como los días de calor, en los que pica el sol y se recalienta la tierra.
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Debes procurar agua, más para los humanos que para las ovejas, que a menudo dan una lección, porque tienen una capacidad de adaptación, o una memoria genética, que les indica qué deben hacer en cada momento.
Escuchar al propio Luis, es vivir de manera sublime la experiencia, es decir, desde la distancia, observando, desde la seguridad que nos da el poder abrir el grifo para beber agua al momento, y no tener que ir al río más cercano a llenar garrafas.
Con la tranquilidad de saber que abrirás la nevera y habrá comida, y si no, te acercas al súper en un momento.
Con la certeza de que si hay tormenta habrá donde guarecerse, o que si el calor es sofocante, pondrás el aire acondicionado en vez de cruzar los dedos para que en el río más cercano tenga suficiente agua para darte un baño.
Quién vive la experiencia de pasar 3 meses en un puerto de montaña rodeado de naturaleza, soledad y ovejas, no tiene la certeza de que nada vaya a ser fácil. Y para vivirlo, hay que estar preparado.
Nos sentimos privilegiadas de contar con una ganadería como Sorrosal para crear juntas la lana con la que tú, y nosotras, vamos a tejer.
Cuando decimos que Sorrosal no es una lana cualquiera es en base a todo esto: es una lana que recupera no solo el valor de la lana en nuestro país, también pretende poner de manifiesto todos los agentes que intervienen en ella, y que son ovejas cuidadas, hasta el punto de dedicar un verano exclusivamente a ellas en una experiencia, una inversión, como textualmente decía Luis en uno de sus audios, en el futuro.
Hay frases que se repiten en todos sus audios, casi como un mantra:
“Las ovejas están bien”.
“Ellas saben qué deben hacer”.
“Las ovejas se adaptan”.
“Lo han hecho muy bien”.
Todo esto nos hace reflexionar sobre cómo Vivir la lana es más que un libro, más que unos patrones, más que un producto. Es una experiencia de principio a fin, que debe hacernos pasar de un estado emocional a otro, tiene que removernos, enseñarnos a cuestionarnos cómo hacemos hoy las cosas, y distinguir con qué lanas tejes y qué conllevan en sí mismas.
Cuando tejas con Sorrosal podrás sentir que hubo piedras en la subida a la montaña, que la hierba que comieron las ovejas era la mejor, que a veces hubo heridas, y que también la selección natural tiene presencia, en un mundo en el que parece que los humanos lo decidimos todo, hay cosas que siguen sin estar en nuestra mano.
Y entonces, sabrás que la lana con la que estás tejiendo es única, y que tú, también serás parte de la historia tejiendo con ella.