Cuando la crisis por el Coronavirus empezó a azotar nuestro país, parecía una película mezcla entre Pánico en las calles,
la película de Elia Kazan de 1950 en la que la policía debe hallar a unos asesinos a sueldo que se han infectado de peste negra después de terminar con un extrangero infectado y El Hoyo,
de Galder Gaztlu-Urrutia y de 2019, premiada en los Festivales de Sitges y de Toronto y que se mete en la piel de dos personages encerrados en una celda, confinados, que participan en un experimento en el que el análisis de fondo se centra en la capacidad de solidaridad vs. la necesidad de acaparar comida de los seres humanos en una situación de crisis.
El cine de catástrofes metido en nuestra casa, sin que nosotros podamos salir de ella.
Si lo miras con cierta distáncia emocional, hasta parecería emocionante. Pero la distáncia emocional es un lujo que no nos podemos permitir de ninguna manera en el panorama en el que nos encontramos.
No hace falta decir que ésta es una tragédia que se lleva vidas humanas, miles de ellas, y en circunstáncias aterradoras. No hace falta decir que ell@s, y sus famílias son lo primero, que la lucha contra la enfermedad es lo esencial, que erradicar el peligro que atenaza nuestra salud pública está en el primer punto de nuestra lista, la nuestra, la de todos.
Por eso, cuando decidimos iniciar una campaña solidaria para salvar los pequeños cines de pueblo, lo hacíamos con el corazón en un puño.
Sabíamos que la respuesta seria positiva, lo sabíamos en las entrañas porque somos una sociedad solidaria, participativa, una sociedad que responde siempre.
Lo que no nos podíamos imaginar ni en sueños es que en 48 horas respondieran 41 personas de manera directa, aportando dinero de su bolsillo, hasta llegar casi a los 2.000€. En dos dias!
Solo podemos decir MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS POR VUESTRO CARIÑO!!!!!!!
Seguiremos trabajando durísimo para cumplir nuestro objetivo, os lo garantizamos a todos!
Buen fin de semana y disfrutad del cine en pantalla pequeña hasta que podamos disfrutarlo juntos en pantalla grande.
Ramon Bochaca